Nunca antes has estado tan
guapa. Reluces, igual que siempre lo has hecho, a primera hora de la mañana,
cuando nos vemos en la máquina de fichar
Luego un café, un momento de
silencio, mirándonos, cuando los demás, sin saber, nos acompañan
Yo entonces parto, mi quehacer
me obliga. Este es tu tiempo te dejo en él. Tiempo que me pides, que dices necesitar, para
saber si mis abrazos añoras
Por mi parte, yo hace tiempo
que aprendí a congelar la mirada. Permanece vidriosa, a punto de precipitarse, observando
la rutina que ahora comienza como cosa extraña
Nunca antes tan ajeno a ella.
Nada de lo que suceda en ese tiempo posee importancia, pues tú la tienes toda
Yo me dispongo en otra espera,
que pase el tiempo y que venga tu respuesta. Mientras, todo se puebla de
fantasmas y sus posibilidades.
Encima la lluvia lo cubrirá
todo. El oráculo ha sido claro y determinante
Hoy que iba a ser un día de
partida, de echar tierra de por medio Mi necesidad de escape, pactada y firmada,
aceptada, tendrá que sumarse a la espera
Entonces recuerdo aquel verso
de Pavese: vendrá la muerte y tendrá tus
ojos y todo se detiene