todo el trabajo está hecho
lo que queda es una mañana vacía
una montonera de horas muertas
un tiempo inútil en el que intentar registrar
la vida que está siendo aunque no suceda
otra espera más, contar las horas
sólo en este país de pandereta, piel de toro
dos operarios durmiendo en una furgoneta
justificando unas horas improductivas
hasta que llegue la hora de fichar
tras haber puesto una intensa cara de cansancio
nada más absurdo, ridículo
una mañana de doscientas páginas leídas
otro libro terminado
continuo aplastando la media