Escribo porque tengo la cicatriz de los sueños dentro de mí cabeza.
Escribo para calmar el dolor que deja el rastro de un pasado no terminado. Ese
crecer, ese dejar de ser niño arrastrando toda una memoria que siempre viene
cargada de miedo y desilusiones, entonces
los poemas son el único lenguaje que te queda. Siempre solos en nuestra
madurez, cargando con el anhelo de compañía: me falta el aliento de una sombra desnuda que se quiera quedar junto a
mi cuerpo. Siempre solos, prisioneros de nosotros mismos, queriendo ser
algo más que un sueño, no me obligues a
vivir pensando que no tienes ganas de envejecer conmigo.