Hay lecturas que suponen un
riesgo. Un atrevimiento. Llegar a una librería, a mí librería favorita en el
centro más gentrificado de la ciudad, dar dos vueltas cogiendo libros al azar
con la única condición de que estén escritos por mujeres nacidas después de
1979, leer algún verso con la única idea de encontrar algún indicativo
favorable: en ese esfuerzo leve y en esas
líneas cómo palpo una declaración de fidelidad. Un solo verso que pueda
justificar la compra del libro. Media línea por cien páginas. El resultado
final no importa. Es una voz nueva la que habla un vuelo imaginado del pensamiento, alas como corduras nuevas.