La vida, según con los ojos
con los que miremos, puede llegar a ser: amargura
y hastío es la vida, no otra cosa. En una visión así no hay virtud posible
que venga a salvarnos, ya que, para el
llanto hemos nacido. No, nada puede salvarnos, ni siquiera el amor: ay de mí, si esto es amor, cómo atormenta.
La única solución posible es entonces la muerte: y pienso que la muerte es tan sólo lo que me queda de tanta esperanza. Una
vida que ya desde su origen se percibe como fatal: al dolor nace el hombre. Pero a pesar de todo siempre hay un
pequeño espacio para una diminuta esperanza: seréis dichos mientras en este mundo se escriba.