amanece un
día desapacible, nublado
toda la
tristeza que se esconde tras esta
falsa
felicidad navideña está ahora en el cielo
pero a
nosotros no nos alarma, no tememos
el fracaso:
por al menos haberlo intentado,
ningún viaje
resulta en balde
nos vamos a
la pedriza a despedir el año
lamentándonos
de tanta lluvia necesaria
que cae el
día que los planes estaban ya trazados
cuando pensábamos
en alguna cumbre lejana
para cerrar
este año que no acaba, que mañana sigue
pues para quienes
no creemos en los calendarios
hoy es un
día más invadido por las costumbres
pero todo
está húmedo, y este manto que lo cubre todo
no despega,
no asciende: permanece a ras del suelo
es entonces cuando
nos decidimos
por un
murito vertical, algo próximo al coche
acercarse y
testar, al menos un par de pegues
le podremos
dar, algo significativo que añada
más banalidad al día que no siendo
quién puede escapar de la sombra de lo colectivo