un cansancio
que se acumula, día a día
la rutina
que pesa, que suma horas
un paisaje
que no cambia: horizonte plano
en el que
mis días se suceden
mientras
nada sucede: ninguna posibilidad de épica
la simple
resistencia ante el tedio
encontrar en
una llamada lejana y olvidada
una razón
para sonreír un poco
la noche que
pronto viene, quedo solo
mi reflejo
en el espejo del ascensor, esa es
toda la
compañía con la que cuento
el mismo
sujeto inmóvil, tristemente quieto
ante lo que
sucede, el día terminado
siguiendo
los pasos de la rutina que sigue a la rutina