el frío que
ya es, el frío que ya está siendo
cuando por
la mañana salgo a trabajar
antes un cigarrillo
paseando con el perro
luego la
calle oscura en la noche que aún es
cuatro
sombras que se cruzan
todos
escondidos bajo nuestros abrigos
en la parada
del bus encogiéndome tras un libro
treinta
minutos de trayecto, me fumo otro pitillo
antes de
entrar, antes de que el tedio de comienzo
un tiempo
muerto, un tiempo
mecánicamente
ejecutado, ocho horas después
estoy de
vuelta a casa
la tarde es
breve y es un deber gestionar bien
todas las
horas restantes de luz solar
antes de que
vuelva la noche, la fría noche
que todo lo
esconde
primero de
vuelta al parque con el perro
el primer
peta del día que todo lo calma y ralentiza
luego reponer
fuerzas, un café caliente y algo de comer
después,
aunque cueste, aunque el frío
lo ponga
todo cuesta arriba
el muro me
espera y alguno de los chicos ya está esperando
dos o tres horas
de entrenamiento, de juego más bien
en las que
olvidarnos lo que sucedió en la mañana
horas de
escape, con las que le damos un sentido a la vida
para huir de
esa otra vida, esas horas ya olvidadas
ese tiempo
que mecánicamente fue y dejo de ser
lo que
espera cada día, las horas en la que dejamos de ser
luego la
noche finalmente llega y el cansancio
me empuja al
sueño que nunca recuerdo al despertar