aún vive,
aislada
en una
habitación de máximos cuidados
sólo con
extremadas precauciones
podemos
entrar a verla
consciente a
su manera
su cuerpo
todavía aguanta
se agarra
con fuerza
a la poca
vida que queda en ella
es quizá,
una decisión difícil
dejarse ir,
no resistirse
y sin
esperar nada ir hacia el abismo
yo tuve suerte
un par de días
antes de su caída final
fui a verla
a la residencia
llegue
pronto, ella con una vitalidad
propia de
una adolescente
se sintió
incómoda porque iba a verla sin arreglar
corría de un
lado a otro, buscando
la falda, la
blusa
y unos
pendientes de perlas
con su
collar a juego
luego nos
fuimos a comer, estuvimos
hablando de
todo y de nada
un nieto treintañero
y su nonagenaria abuela
me dijo que
estaba feliz
estaba
contenta con la vida que había llevado
todos sus
viajes por el mundo
su familia,
haber tenido tantos nietos y biznietos
todo eso, es
lo que se lleva
todo el amor
y el cariño
su
descendencia es todo lo que deja