despierto alrededor
de las ocho treinta
me preparo
un café y salgo al patio
un día
perfecto, el sol brilla
en un
horizonte despejado
el mar en
calma nos invita a sumergirnos
los gatos
corren de aquí a allá, jugando
son los
niños de esta casa
nosotros, de
momento, esperaremos
la llegada
del resto del equipo
una espera
que no tiene peso
en este
silencio y en esta calma
las horas
carecen de peso, todo es levedad en ellas
iremos a
bañarnos, eso seguro
también
caminaremos por la costa
nada hay en
estas horas que nos cause malestar
todo es
ligero, como la imperceptible brisa
que mueve el
mar, sus olas
podría ser
domingo, nada hay que recuerde
el ritmo
frenético de la ciudad
todo lo que
ha de suceder es una historia
que se ira
inscribiendo en la memoria
a medida que
vaya sucediendo, de ahí
algo será recogido
en el cuaderno
como por
ejemplo, el haber ido a la playa
haber ido y
en el camino de vuelta
cruzarnos
con nuestro anfitrión
para volver
otra vez a la playa
fumar un
poco de maría, ver como todo
reduce aún
más su ritmo
en la playa,
antes y después, secándonos al sol
desnudos en
el agua, el salitre llevándose
todas las
impurezas que trajimos de la ciudad