Moriremos y seremos olvidados
lentamente, es inevitable: todos estamos
condenados al polvo y al olvido. Otra cosa es la manera de morirse. Hay
muchas formas en las que lo inevitable sucede. Algunas que son injustas, la
muerte de un niño, un accidente, la muerte de una persona joven tras sufrir una
enfermedad incurable: la vida, después de
casos como este, no es otra cosa que una absurda tragedia sin sentido para la
que no vale ningún consuelo.
También hay otra muerte. Una
muerte que muestra otro tiempo de crueldad, la humana. Una muerte que es
resultado de un sistema que gobernado por unas élites que acaba con la
disidencia incómoda con total impunidad. Una vida celebrada por un hijo para
ser recordada en lo que fue, para alargar
su recuerdo un poco más, antes de que llegue el olvido definitivo, y no
únicamente en el recuerdo de la injusticia del cómo fue su final. También para poner en palabras la verdad, para que
ésta dure más que su mentira.